La vida de Lola se desarrolla en su casa y en la escuela, como la de cualquier otra niña de su edad. Y, como cualquiera de ellas, tiene sus pequeños problemas con los compañeros, en la clase de Matemáticas o con su hermano pequeño, que no deja de hacerle trastadas de las gordas.
En el recreo juega al fútbol, aunque en el fondo le gustaría jugar al baloncesto.
Un día, durante un partido, Lola tiene un accidente y se rompe una pierna. En el hospital le ponen una escayola y le dan un par de muletas.
Algo en principio tan normal cambia la vida de Lola por completo.
Lola empieza a pensar que todos los maravillosos cambios se han producido gracias a su escayola. Cuando se acerca la fecha para que le quiten la escayola, Lola se preocupa. ¿Qué ocurrirá cuando salga al recreo sin sus muletas? ¿Seguirán siendo todos amigos suyos? ¿Jugará al fútbol o al baloncesto? ¿...?
¡No quiero que me quiten la escayola! es, ante todo, un canto a la amistad, uno de los sentimientos que más necesitamos y que hay que construir, cuidar y compartir, día a día, con las personas que más queremos.