Cada segundo se hacen en todo el planeta más de ocho millones de fotografías. De algunas de ellas somos protagonistas, en esos álbumes familiares que todos atesoramos. Sin embargo, otras veces alguien hace una foto y nosotros, sin querer, porque pasabamos por allí, quedamos atrapados como figurantes. De hecho, nuestro rostro debe estar retenido en centenares de fotografías desperdigadas en otros tantos álbumes. ¿Qué pasaría si alguna vez descubrieramos nuestra involuntaria presencia en una fotografía de otros?
Esto es lo que le sucede a Alfonso Callejo, protagonista de La crueldad del fotógrafo, que se descubre a sí mismo en una fotografía perteneciente al un álbum abandonado en un piso de alquiler. Vuelve entonces a su memoria un suceso insignificante de la infancia, la atracción que sintió por una niña en Salou, en el verano de 1969. La necesidad de encontrarla se convertirá en una obsesión. Pero no será el único en ver turbada su vida cotidiana por ese extraordinario suceso, también su ex mujer, Elia Laguna y su amigo Federico Méndez, escritor y periodista, se involucrarán en la trama y en las consecuencias que a veces acarrea el cruel arte de la fotografía.