Vivir para nada
MANZANO, Carlos
Zaragoza, 2007
278 p. ; 21 cm. - (Narrativa Mira, 108)
978-84-8465-251-9
PVP 18.00 €
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A punto de cumplir los cuarenta años, Miguel Castán ha decidido entregarse en cuerpo y alma a la tarea de escribir la biografía de su amigo de juventud Alberto Castañeda. En el origen de ese empeño hay, por una parte, una sincera admiración hacia él, hacia la osadía con que su amigo decidió desde el primer momento afrontar las vicisitudes de su existencia, todo un ejemplo de independencia y arrojo; al mismo tiempo, pretende hacer justicia a una biografía que sitúa sin el menor género de dudas por encima de las del resto de los mortales, a los que imagina inmersos en unas vidas tan apagadas que —como trata de resumir la frase que da título a la novela— acaban por agotarse antes incluso de dar inicio, derretidas bajo un contexto insignificante que las vacía de sentido.
La historia recorre las distintas peripecias de la vida de Castañeda: sus proyectos, sus viajes (desde su primera escapada a Londres, todavía menor de edad, pasando por sus estancias temporales en Gales e Irlanda, y acabando por su viaje de trabajo a China, donde además vivirá en primera persona los sucesos que dieron lugar a la famosa revuelta de Tiananmen), sus amores, sus sueños, sus miserias, pero siempre con el contrapunto de la existencia banal y conformista de su biógrafo. el referido Castán: dos mundos opuestos pero complementarios, dos vidas asimétricas que sin embargo se cruzan y entrecruzan constantemente en una serie de azares y necesidades que ponen en evidencia el frágil equilibro sobre el que se desenvuelve el destino de las personas.
La novela aborda el conflicto inmemorial entre mundo soñado y mundo real, entre las aspiraciones que nos mueven y la realidad a que dan lugar. Y trata de poner de manifiesto cómo siempre que se toma una decisión, cada vez que nos decidimos por una cosa, a la vez se están desechando otras muchas opciones, lo que tarde o temprano nos conducirá a reflexionar acerca de si el camino tomado en su día era el más adecuado o simplemente el más cómodo.